El proceso diagnóstico es riguroso y tiene en cuenta la complejidad de cada paciente, por lo que considera tanto el reporte de los síntomas en distintos contextos, como la evaluación neurocognitiva individual, la evaluación neurológica, la entrevista clínica individual y familiar, además de los resultados de exploración neurofisiológica (electroencefalograma cuantificado, resonancia magnética, etc.), análisis de laboratorio, entre otros que puedan ser de relevancia.